Escuchas telefónicas complican a Roberto Calderón

Ayer, en una nueva audiencia del juicio oral y público por el asesinato cometido en Chacra II se conocieron pruebas que incriminan al acusado, consistentes en varias escuchas telefónicas. En uno de los diálogos su hermano le pregunta si había cometido el crimen, a lo que le contesta “al pecho”.
RIO GRANDE.- Ayer se realizó una nueva jornada de testimoniales en el proceso oral y público contra Roberto Calderón por el homicidio de Sergio Quiróz en la madrugada del 17 de junio pasado, quien murió de un disparo en la cabeza.

El imputado adujo haber estado en otro lugar, distinto a la escena del crimen, señalando que había tenido un asado, pasado por un pool y luego a la casa de un amigo en Chacra XIII.

Ayer fue el turno de declarar de personal de la Brigada de Delitos Complejos, quienes casualmente realizaban por ese entonces una investigación por drogas ante la cual el Juzgado Federal había autorizado la intervención telefónica a los hermanos Calderón.

De esta manera, al momento del crimen, Roberto Calderón tenía intervenido su teléfono y el personal de brigada testimonió respecto de las escuchas colectadas, encabezado por el comisario Jacinto Rolón, jefe de dependencia por ese entonces.

Así se conoció que Calderón estuvo prófugo ese día por varias horas, resguardándose en la casa de Eduardo Valenzuela, en calle Mazarello 441, cuestión por la cual hay una causa que se le sigue a esa y otras personas por “encubrimiento”.

Precisamente esa persona también tenía una intervención telefónica a partir de esta causa, en la que el 18 de junio, al día siguiente del crimen, dialoga mediante mensajes con un contacto denominado “Chulito”.

En ese diálogo esta persona habla sobre el crimen diciendo que el autor del mismo fue “el Negro Basta” y que “estuvo en mi cueva”. Valenzuela en su celular tenía agendado como “Basta” el número del imputado Calderón, a quien dio cobijo en su casa.
Autoincriminado

De igual manera las escuchas mas incriminantes partieron del teléfono del propio imputado quien si bien se cuidó de usar un lenguaje directo sobre lo sucedido, esa misma madrugada habló en varias oportunidad con su hermano “El Chino”, quien evidenciaba desconocer lo sucedido en el hecho de sangre.

Esto en primer término ataca el atisbo de la defensa de intentar desviar la responsabilidad del hecho hacia alguno de los otros hermanos del imputado, y luego incrimina al acusado por distintas alusiones hechas a lo sucedido.

En el diálogo Roberto Calderón, a los minutos de producido el crimen, comenta a su hermano que se encuentra en un pool, aseverando “acá hay bocha de testigos”, dice increíblemente entre risas.

Con la misma sangre fría en otra comunicación, algunos minutos después, ante la consulta de su hermano sobre si había cometido el crimen, Roberto Calderón comentó escuetamente “al pecho”, en una expresión no literal -ya que el disparo fue a la cabeza- pero dando a entender que estaba de lleno comprometido en la situación.

Luego se suman otras escuchas de esa madrugada entre “El Chino” Calderón y otras personas que buscaron darle refugio al imputado por esas horas, en las que manifiesta que Roberto debe abandonar el pool “porque está todo mal”.

Subsiguientes llamados dan cuenta de cómo fue llevado a la casa de Chacra XIII donde estuvo prófugo por algunas horas, hasta que en horas de la tarde decidió entregarse en la comisaría Tercera.

Efectivos de la Brigada de Delitos Complejos testificaron sobre escuchas telefónicas que incriminan aún más a Calderón en el hecho.