Murió Carlos Tomba, el aviador mendocino que defendió Malvinas

Carlos Tomba, aviador mendocino y veterano de la Guerra de Malvinas, falleció a los 78 años. Su valentía en combate y su legado continúan vivos.

El 15 de abril de 2025, el brigadier retirado Carlos Antonio Tomba falleció a los 78 años en Godoy Cruz, Mendoza, dejando una profunda huella tanto en la Fuerza Aérea Argentina como en su comunidad. Tomba fue un aviador destacado que participó activamente en la Guerra de Malvinas de 1982, un conflicto que marcó la historia de Argentina y el destino de las islas australes. Su nombre se asocia, sobre todo, a su valentía en combate y su incansable trabajo de difusión sobre la causa Malvinas, un tema que defendió durante toda su vida.

Originario de Mendoza, Tomba no solo fue hijo de una familia conocida por su vinculación con el mundo del vino y el fútbol —era descendiente del pionero vitivinícola Antonio Tomba, fundador de la bodega homónima y del Club Atlético Godoy Cruz Antonio Tomba— sino que también se distinguió como un hombre de servicio. A lo largo de su vida, se comprometió con diversas causas solidarias y culturales, especialmente con la promoción de la memoria histórica sobre la guerra y la recuperación de la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas. La noticia de su fallecimiento causó tristeza no solo en Mendoza, sino en todo el país, especialmente entre los veteranos de guerra, a quienes Tomba dejó una marca indeleble.

El compromiso de Tomba con la causa Malvinas

El conflicto de Malvinas fue un punto de inflexión en la historia reciente de Argentina, y Tomba fue uno de los tantos argentinos que respondió al llamado de la patria. Sin embargo, su participación no fue convencional. A diferencia de muchos de sus compañeros, Tomba no fue convocado de inmediato para integrarse al conflicto. En abril de 1982, se encontraba cursando estudios en la Escuela Superior de Guerra, un cargo que no lo obligaba a unirse a las operaciones bélicas. Sin embargo, su compromiso con la soberanía nacional y con la defensa de las Islas Malvinas lo llevaron a tomar una decisión radical: se presentó voluntariamente y solicitó unirse a la Fuerza Aérea en plena guerra.

A pesar de las dificultades administrativas, Tomba logró llegar a las islas para ofrecer apoyo técnico a los aviones Pucará, un modelo que desempeñó un papel clave en las operaciones argentinas. No obstante, fue tan grande su deseo de luchar que pronto convenció a sus superiores para que lo asignaran a las misiones de combate. Tomba, quien tenía 36 años al momento del conflicto, voló en numerosas misiones desde la base Cóndor en Goose Green, una pista improvisada de apenas 400 metros sobre terreno pantanoso, lo que obligaba a los pilotos a operar con aviones sobrecargados y con una capacidad limitada de combustible.

El 21 de mayo de 1982, Tomba participó en una de las misiones más críticas del conflicto: la defensa del desembarco británico en San Carlos. Esa jornada, mientras volaba en formación con otros dos aviones Pucará, los tres aviones fueron atacados por aviones Sea Harrier. Tomba recibió el impacto de una de las ráfagas enemigas que perforó el ala izquierda de su aeronave, pero a pesar del daño, continuó maniobrando. El piloto británico Nigel Ward, quien estaba presente en la confrontación, expresó en su momento su admiración por la destreza de Tomba, quien logró mantener su avión bajo control pese a las severas averías.

A raíz del ataque, Tomba se vio obligado a eyectarse a baja altura. El paracaídas que utilizó para escapar de la caída fue lo que finalmente le permitió sobrevivir. A pesar de la caída libre, Tomba logró aterrizar relativamente a salvo en un terreno de turba. Tras un breve periodo de incertidumbre, fue rescatado por un helicóptero argentino que se desplazó en condiciones adversas para sacarlo de allí. Sin embargo, días después, durante la caída de la base de Goose Green, fue capturado por las fuerzas británicas y pasó a ser prisionero de guerra.

El cautiverio: la dureza de ser prisionero de guerra

La experiencia de Tomba como prisionero de guerra fue una de las más difíciles de su vida. Junto a un grupo de oficiales y suboficiales de las tres fuerzas, fue trasladado a un antiguo frigorífico de San Carlos, donde los prisioneros fueron confinados a un espacio reducido, de apenas dos por tres metros. En esas condiciones extremas, Tomba tuvo que lidiar con la falta de alimento, agua y confort, además de la incertidumbre sobre el futuro.

Durante más de un mes, Tomba y sus compañeros vivieron en condiciones de extrema precariedad. Sin posibilidad de recibir visitas, los prisioneros se vieron obligados a adaptarse a las condiciones más duras de cautiverio. Uno de los momentos más duros fue cuando pasaron casi 48 horas sin agua. «Nos sentíamos completamente desorientados, no sabíamos qué iba a pasar», recordó Tomba en una entrevista posterior. Sin embargo, su carácter de líder y su capacidad para mantener la moral alta entre los prisioneros hicieron que fuera una figura clave en ese reducido grupo de hombres. Fue él quien organizó la recogida de latas y otros utensilios para poder comer, pues no disponían de cubiertos.

El 14 de julio, tras la rendición argentina, Tomba y sus compañeros fueron liberados. Durante su tiempo como prisionero, mantuvo la unidad del grupo y defendió la dignidad de sus compañeros, lo que le granjeó el respeto tanto de sus camaradas como de sus captores. Tras la guerra, el nombre de Tomba fue reconocido en todo el país por su coraje, no solo en combate, sino también en los momentos de cautiverio, donde su capacidad de liderazgo brilló en circunstancias extremas.

Un hombre de acción y palabras: el legado de Tomba

Después de la guerra, Carlos Tomba continuó su carrera en la Fuerza Aérea y fue condecorado con la medalla «La Nación Argentina al valor en combate». A lo largo de su vida, se dedicó no solo a su carrera militar, sino también a difundir la causa de Malvinas. Fue un ferviente defensor de la memoria histórica sobre el conflicto y de la necesidad de mantener vigente la lucha por la soberanía de las Islas Malvinas.

En Mendoza, su ciudad natal, Tomba fue muy respetado y admirado, no solo por su valentía, sino también por su trabajo en diferentes iniciativas solidarias y culturales. A lo largo de los años, participó activamente en diversas asociaciones de veteranos y en proyectos educativos, transmitiendo su experiencia y su conocimiento sobre la guerra a las nuevas generaciones. Tomba también fue parte de la Federación Cuyana de Veteranos de Malvinas, donde se desempeñó como tesorero, y participó en numerosas charlas y conferencias a través de su participación en el grupo «Del Corazón a las Palabras».

https://www.elobservador.com.uy/argentina/sociedad/murio-carlos-tomba-el-aviador-mendocino-que-defendio-malvinas-heroe-guerra-y-prisionero-los-britanicos-n5994780

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *