Se fue una edición en la que a Chebel le salió todo redondito

RIO GRANDE.- El Gran Premio de la Hermandad, que ya tiene 42 ediciones disputadas, es una competencia automovilística que, año tras año, demuestra un crecimiento sostenido, tanto en lo deportivo como en el plano social, y es por eso que esta tradicional carrera genera algo especial en la gente que la hace realmente atrapante.

Este año nuevamente tenemos que hablar de más de doscientos autos en carrera de los cuales más de la mitad no pudo cumplir con el objetivo: “dar la vuelta”. Algunos por problemas mecánicos, otros por fallas humanas y otros tantos por factores climáticos que incidieron en el normal andar de su máquina. Lo que marca las dificultades de una competencia de características muy particulares y única en el mundo.

De todas maneras, nada pudo detener el muy buen andar de Mariano Chebel, quien tanto el sábado como el domingo pudo contar con un muy buen medio mecánico (que no se paró nunca) y, gracias a ello, encontró una gran parte de la victoria, sumada a una conducción agresiva y sin errores que son cualidades características del piloto riograndense.

Chebel fue pensante el sábado y contundente el domingo, redondeando un fin de semana perfecto en donde todo le salió bien e incluso todos los rivales “de turno” sufrían inconvenientes que parecían allanarle el camino.

Sin dudas que se dio todo como si fuer algo soñado, y Mariano Chebel y piloto que ya conocía lo que era ganar un Gran Premio (ganó dos Generales en la “C” y una con la “E” en 2013), esta vez cumplió el sueño de ganar una Hermandad pero además ser el piloto más rápido de la competencia quedándose con el “1” en la clasificación General de esta cuadragésima segunda edición de la competencia automovilística más importante de la Patagonia sur.

En el balance habrá que mencionar la mala fortuna de Daniel Preto, quien era el protagonista principal de la competencia, por su retorno y por todo lo que su presencia significa, pero dos inconvenientes mecánicos lo dejaron fuera de competencia en sendas etapas.

Mientras que también hay que mencionar la mala suerte de los pilotos chilenos (abandonos de Jacob Masle y Christobal Masle, más los problemas de Fito Dübrock y Luis Mladinic) y los inconvenientes mecánicos de Sandro Vojnovic quien terminó con lo justo.

Más allá de la gran figura de Chebel, la carrera fue buena. El estado del piso en el sector argentino hizo que varias zonas del recorrido se transformen en filtros importantes de la competencia el sábado, mientras que el domingo la laguna de Cámeron se cobró varias víctimas, siendo el sector chileno, una complicación para varios.

Con una asistencia de público muy importante, se puede decir que se concretó con gran éxito esta competencia, que seguramente tendrá algunas cosas para corregir, pero que, en un balance, siempre siempre son más las cosas positivas que las negativas, más allá de que siempre están los que critican sin ofrecer soluciones.
Las alegrías de Riestra y Guic
La gran victoria del santacruceño Hernán Riestra, es otra de las perlitas que dejó esta competencia, ya que en una de las categorías de mayor participación, el representante de Río Gallegos (en su tercera participación en el Gran Premio), logró quedarse con el triunfo en la “D” y relegar a varios pilotos locales que se quedaron con las ganas.

El sorpresivo abandono de Dante Stork, ganador de manera contundente de la Primera Etapa, el domingo antes de llegar a Onaisin, fue determinante en el desenlace de la competencia ya que a partir de ese momento comenzó una nueva carrera entre Riestra, Lalo Cárcamo y los chicos Matías Finocchio y Danielito Preto.

Pero en territorio argentino el santacruceño Riestra aprovechó algunas situaciones y finalmente se quedó con el triunfo una una diferencia menor a un minuto sobre Lalo Cárcamo, que llegó prácticamente a sus escapes.

Para resaltar el trabajo de los chicos Matías Finocchio y Alan Vicic, como así también la buena actuación de Jorge Vera completado las dos etapas en una nueva categoría, y dos retornos importantes como el de Martín Cárdenas y el de Mario García quienes se metieron entre los diez primeros de la divisional.

En la categoría “F”, el triunfo quedó en las manos de Fufy Mac Kay quien, luego de un año de frustración, se tomó revancha en este Gran Premio de la Hermandad, dentro de una carrera con gran cantidad de deserciones que quizás la quitaron un poco de brillo a la divisional que prometía mucho antes del inicio.

El abandono de Ezequiel Aimetta, quien estaba peleando la punta con buenos referenciales, fue una baja sensible para la categoría y para el espectáculo, como así también los problemas de Titín Vidal quien tenía muchas fallas en su auto en el primer día.

Mac Kay redondeó una tarea espectacular, sin fisuras y sumó un trofeo más a su nutrida vitrina de premios que ha conseguido en su trayectoria deportiva.
Buena definición en las menores
Nuevamente las divisionales tradicionales del Gran Premio de la Hermandad volvieron a entregar una gran competencia con el protagonismo de siempre, pese al cambio de nombres propios.

Quizás por el nivel de competitividad que exhibieron las tres categorías en la presente edición, la victoria en cada una de ellas resulta tan relevante, más aún teniendo en cuenta la cantidad de pilotos de jerarquía de dichas divisionales.

En la “A”, Juan Villarroel, se quedó con la victoria y le rompió la ilusión a Manolito González de llevarse de manera definitiva la Copa Challenger. Mejor dicho, el propio González se quedó fuera de competencia rápidamente y se fueron allí todas las chances de pelear por el sueño de la gran copa.

El triunfo de Villarroel fue una victoria a su estilo, con una diferencia considerable y muy poco desarrollo de especulación, sino más bien una necesidad de pisar a fondo el acelerador para asegurar el triunfo.

Para destacar el buen trabajo de Guido Nogar, quien terminó segundo en la General, como así también la actuación del porvenireño Pedro González que culminó tercer. También será un recuerdo imborrable para la Peña Litro y ½ (Gonzalo Páez y Raúl Zhagis) finalizar por segundo año consecutivo los más de 800 kilómetros de recorrido a bordo del mítico Fiat 600.

En “B” la definición fue con reloj en mano, ya que se dio una linda lucha entre Luis Marchisio y Damián Alvarado, quienes se dieron palo y palo durante los dos días de competencia.

Con el auto de su hijo menor, el “Viejo” Luis (como lo conocen cariñosamente todos) se dio el gran gusto de ganar un Gran Premio y así sacarse un peso de encima que venía acarreando desde hace varios años, ganando una pulseada ante Alvarado en los kilómetros finales.

Finalmente, en la divisional “C”, la definición también fue atrapante y hasta el final no se supo quien era el ganador. Finalmente el puntarenense Hernán Zanetti, volvió a quedarse con toda la gloria y repitió todo lo bueno hecho al año pasado, sumando así su segundo triunfo consecutivo en esta difícil competencia y dentro de una competitiva divisional “C”.

Al igual que el año pasado, Zanetti tuvo un duelo, mano a mano, pero esta vez con Luis Senkovic. Luego de varios kilómetros el piloto chileno logró sacar una diferencia, y más allá de que Senkovic realizó una gran segunda etapa y terminó primero en el camino, Zanetti se llevó el triunfo y ahora cuenta con la obligación moral de participar el año próximo ya que tendrá en sus manos la posibilidad de quedarse con la Copa Challenger.

Mariano Chebel se inscribió en las paginas mas gloriosas del Gran Premio de la Hermandad ganando la General.
Mariano Chebel se inscribió en las paginas mas gloriosas del Gran Premio de la Hermandad ganando la General.