La Constitución de Tierra del Fuego, concebida en 1991, tenía impuesto un sistema de vanguardia que le daba una verdadera y plena “participación de la ciudadanía” en la elección de sus representantes en los cuerpos legislativos, encargados de controlar las acciones del Ejecutivo.
Bajo el Título 5, configura el artículo 201 que en su inciso 5), expresa: “En las elecciones para cuerpos colegiados, el elector podrá tachar candidatos en las listas que utilice para sufragar”.
El novedoso mecanismo le daba pleno poder a los electores a resolver a quienes verdaderamente los representarían en la Legislatura, pudiendo dar un mensaje a los partidos políticos cuando un postulante no reunía las condiciones que la gente quería.
Las mesas donde se votaban contenían una birome de un color asignado minutos antes, para poder usarla en el cuarto oscuro.
En diciembre de 1994, en la ley electoral 201, el piso de las tachas se fijó en el 10 por ciento de los votos válidos emitidos a favor de la lista que propuso al candidato. Esto daba plena chance de bajar a quien la mayoría de la gente no quería.
Sin embargo, con el tiempo, la clase política le encontró la vuelta para que el poder que tenían los ciudadanos quede en una simple expresión de deseo, porque cuatro años más tarde, el 23 de abril de 1998, surgió la ley 406, que fue promulgada en abril “de hecho”, porque el Poder Ejecutivo la había vetado por decreto 1035/98.
El 24 de julio de ese año se publicó la ley por la cual se reformó la ley electoral 201, en su artículo 35 y se estableció que “no se considerarán las tachas efectuadas a cada candidato que no superen el cincuenta por ciento más un voto del total de los votos válidos emitidos en favor de la Lista que lo propuso”.
El aumento en el piso exigido para que los candidatos tachados caigan del lugar ubicado en el acuerdo de los partidos políticos, le hizo perder toda fuerza a los electores. Es así que las biromes que se asignaron en las mesas de votación pasaron a ser un adorno y, con muchos electores nuevos que desconocen el sistema, no son de utilidad alguna.
Con la pretensión de reformar la Carta Magna de la Provincia, no es descabellado pensar que se eliminará el sistema de tachas y, lo que es mucho peor, se asignará el sistema de sábanas, eliminado también el sistema de boletas separadas para cada uno de los estamentos.