Sensei Arzeno: “El Aikido no reconoce diferencia de género”

Es la primera vez que el Sakanashi dojo de Río Grande la recibe en calidad de instructora de un seminario nacional. El Sureño conversó con sensei Arzeno sobre su punto de vista como maestra, como mujer y como practicante de esta disciplina, que tanto la apasiona.

RÍO GRANDE.- Si bien el Aikido es una disciplina de artes marciales, tiene la particularidad de basarse en el principio de no usar la propia fuerza. Se busca, primero el equilibrio a nivel personal. Luego, a través de movimientos circulares, se acompaña el ataque para tomar control de la fuerza del oponente y allí, el ataque se redirige de forma segura y efectiva.

La palabra AIKIDO puede traducirse como “el camino (Do) para unir (Ai) toda nuestra energía interior (Ki)”, según se explica en el sitio web del CDA (Centro de Difusión del Aikido). Fundado por Masafumi Sakanashi Shihan, es una de las instituciones reconocidas directamente por el Hombu Dojo, de Japón.
La Sensei Analía Arzeno, practica Aikido desde hace 18 años. Este fin de semana estuvo en Río Grande dictando el segundo Seminario Nacional. Una de las sensei que forman parte del CDA, que nuclea dojos en todo el país y algunos otros lugares de Sudamérica. Su modestia y simpatía no desmerecen el hecho de que Arzeno es uno de los máximos referentes de la disciplina a nivel nacional.

“En rigor Aikido no reconoce diferencias de género, explica Arzeno, no reconoce diferencias de edad. Aikido trabaja con la fuerza del otro, por lo tanto ser hombre o ser mujer en términos prácticos no te cambia. Lo que uno trabaja es con distintas graduaciones, cada persona tiene sus propias condiciones a favor y sus propias limitaciones y uno las tiene que saber reconocer. Por eso es que hoy podemos estar dictando un seminario, puede estar a cargo de una mujer porque en términos prácticos no hay diferencia, yo no uso mi fuerza. Yo uso la fuerza del que me ataca. Ese es el principio de Aikido, transformo su fuerza en la propia. Lo absorbo y se desarrolla la técnica. Entonces, no necesito fuerza que en rigor tampoco como mujer tengo, en la misma proporción de los varones”.

Sensei Analía comenzó a practicar Aikido en el año 1998, en ese entonces tenía 29 años: “No tenía tradición marcial, yo siempre fui nadadora, así que nada más lejos del contacto que hay y de caer sobre una superficie dura”, recuerda Arzeno.

A pesar de estas diferencias, según recuerda, con el Aikido se dio un amor a primera vista: “Lo que vi y me fascinó fueron las caídas. Cómo las personas se desplazaban en el aire y se volvían a levantar, y dije: ‘Esto quiero hacer’. Eso fue en septiembre del año ‘98 y desde entonces me fascinó, no he dejado más”.

Durante estos años Analía Arzeno pudo recorrer todos los dojos de Buenos Aires. Ya había participado en varios seminarios nacionales e internacionales con varios de los sensei. Y en ese marco había conocido también Río Grande. Al respecto reconoce que, en la práctica, más allá de las distancias geográficas, no hay diferencias: “Realmente en Río Grande yo trabajo sin ningún tipo de condicionamientos. Hoy vengo a dar una clase sin condicionamientos, y cuando he venido tantas veces anteriores a practicar realmente no hay diferencia en cómo se practica en casa. Tenemos los mismos códigos, las mismas formas. Río Grande tiene el mismo nivel que nosotros tenemos en Buenos Aires”, comenta Sensei Arzeno con satisfacción.

Leonardo Sakanashi, hoy director del CDA visita la ciudad una vez al año para dictar él mismo uno de los tres seminarios que hay anualmente. Una vez al año también, el CDA invita un instructor internacional. Esto hace que además de progresar en graduación, los aikidocas vean y experimenten la práctica de forma variada y constante: “Los chicos cuando pueden viajan a Buenos Aires a la casa central, toman muchísimas clases entonces eso hace que nos mantengamos conectados y tengamos los mismos códigos”, recalca la Sensei.

Y respecto a cada maestro en particular, explica: “En realidad no hay una marca distintiva. O sea, no hay dos personas que practiquen Aikido de la misma manera porque cada uno le va dando su impresión personal, que es por su forma, su personalidad. Puede ser más relajado, más tenso. Un tema de más fuerza o menos fuerza, de altura. Pero por ejemplo, nuestro Sensei, a cargo hoy del CDA, es una persona muy ágil, y como consecuencia de tanta agilidad tiene una velocidad que uno tal vez no puede seguir; y uno ya quizá está trabajando las técnicas un poquito más abiertas porque no tenemos esa velocidad. A mí me gusta trabajar mucho en piso que es lo que hicimos al comienzo, que en eso si se quiere, lo copio mucho a Sensei”.

Arzeno asegura que ella se fue identificando con cada uno de sus maestros en diferentes aspectos y medidas: “El hecho de practicar como hoy están haciendo aquí, que tienen varios instructores, entonces el hecho de no tomar clases siempre con el mismo instructor, te permite ir captando un poquito de cada uno. Que es lo que a mí me pasa también en Buenos Aires que tenemos muchos turnos horarios como los hay acá, y tenemos muchos instructores, entonces eso hace que uno vaya cambiando y aprendiendo de cada uno”.

En cuanto a la cantidad de mujeres que practican Aikido, reconoció que siguen siendo menos que los varones, pero recalcó que son cada vez más: “Ha ido creciendo… y no sólo en cantidad de mujeres, sino en graduaciones. Hoy tenemos terceros danes, cuartos danes. Graduaciones de chicas que han comenzado y se han quedado. Compañeras mías, que hemos encontrado este camino. Las artes marciales no suelen primar a las mujeres, entonces en proporción somos pocas, tenemos una proporción de una mujer cada 20 varones más o menos, que es considerable. Y realmente no se nota, en el tatami no hay diferencia, así que tienen que venir las chicas a practicar”, insiste Sensei Analía, sonriente.

Sensei Analía, apasionada del Aikido, siempre sonriente
Sensei Analía, apasionada del Aikido, siempre sonriente