Petición para que Nación gestione la llegada de aviones hidrantes de Chile

Lo hizo Diego Díaz Ramos, un baqueano de Ushuaia quien estuvo ocho días trabajando para evitar que el incendio se propague hacia los sitios poblados de la Reserva Corazón de la Isla. Lanzó una petición para que la Nación pida aviones hidrantes a Chile.

USHUAIA.- Diego Díaz Ramos llegó a Estancia La Carmen el día que se dio la alerta por el primer foco, al parecer ocasionado por un fogón mal apagado. Junto a los propietarios de la estancia y otros amigos estuvo colaborando durante ocho días corridos para evitar que el fuego se propagara hacia los sitios donde hay viviendas. El viernes, al regresar a la ciudad, inició una petición a través de la plataforma Change.org para pedir a las autoridades, más aviones hidrantes para combatir el fuego.

“Desde el día uno se hizo todo mal, porque el 30 de noviembre, cuando se llamó a los bomberos, el camión en vez de venir a la Estancia Carmen de Yehuin, se fue a la Estancia la Carmen que está del otro lado del Fagnano y después no quiso ir porque ya era tarde”, afirmó Díaz Ramos.

“El jueves después de pasar la noche sin dormir planificando cómo organizarnos, a las seis salimos y nos encontramos con una pequeña autobomba de Tolhuin, una ambulancia, varias camionetas. Habían dejado a 7 brigadistas en helicóptero el miércoles a la tarde. Los dejaron en una pampa a dos kilómetros de un río y esa misma noche el fuego los empezó a cerrar. No tenían carpa y encontramos a un bombero en una zanja durmiendo… pobrecito, todo húmedo. No tenían agua y los largaron con unos sandwichitos de salame y una barrita de cereal”.

Según relató, los bomberos tenían orden de no actuar hasta que no llegara el jefe y como eso no ocurrió inmediatamente, el fuego y las condiciones climáticas comenzaron a hacer incontrolable la situación.

“Al segundo día, con un amigo nos metimos en cuatriciclo hasta donde pudimos y encontramos el foco más grande, que fue el que después se terminó dispersando de cerro en cerro. Cuando volvimos a la estancia y avisamos nos dijeron que no podían hacer nada y recién a las 11 de la mañana el jefe dio una orden, pero para esa hora no se podía entrar más al lugar”, relató.

El relato de Diego es una larga lista de desaciertos: “Los brigadistas y bomberos voluntarios por quienes me saco el sombrero, no tenían vehículos 4×4 pero los funcionarios sí; la comida, un desastre. Nunca se acercó un funcionario de manejo del fuego a la estancia donde comenzó todo, nunca averiguaron dónde estaban las picadas”.

Diego afirmó que “se les fue de las manos mal. Esto ya no depende de la provincia. Esto ya depende de Nación que tiene que mandar más aviones hidrantes. Las órdenes pueden haber fallado un día, pero no ocho días” y a modo de consuelo indicó que “nos quedamos con la paz de saber, por boca de los bomberos, que lo que hicimos fue mucho más de lo que podría haber hecho nadie y ni siquiera teníamos guantes”.

Por último expresó: “Nos dijeron que no hablemos, que no contemos lo que vimos, pero esto la gente lo tiene que saber porque no tiene que volver a ocurrir. Hay solo 14 brigadistas para toda la provincia, que ganan una miseria, a los que no les dan ropa, no tienen mochilas de agua, herramientas, camionetas 4×4 ni materiales”.

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