Comunidades indígenas rechazaron celebración

Comunidades Yagan y Kawésqar dijeron que “no fue un descubrimiento, sino un barco perdido que además pasó presuroso, con el que comenzó el tiempo del fin de las culturas originarias que habitaron y que aún habitamos este territorio”.

Los actos centrales tuvieron lugar en Punta Arenas y fueron encabezados por el presidente de Chile Sebastián Piñera.

PUNTA ARENAS.- Pueblos originarios de la zona austral emitieron ayer un comunicado rechazando la celebración de los 500 años del paso de Hernando de Magallanes y su expedición por el estrecho que lleva su nombre, y consideraron “un insulto grave la celebración de una misa en un lugar que fue sitio ceremonial indígena y campamento antiguo, sitio de interacción entre kawésqar y yagan”.

Ayer, los actos centrales por el aniversario tuvieron lugar en Punta Arenas con la presencia del buque escuela de la Armada española Juan Sebastián de Elcano y el martes se había realizado una misa de acción de gracias en la Bahía de Fortescue, donde se inauguró “La Cruz del Puerto de Las Sardinas”, estructura metálica de 10 metros de alto y 2 toneladas de peso.

El comunicado, que lleva la firma de Comunidad Yagan de Bahía Mejillones, Comunidad Kawésqar Ata’p, Comunidad Kawésqar residentes en Río Primero, y Comunidad Kawésqar Grupos Familiares Nómades del Mar, señala textualmente:

“Rechazamos la conmemoración de los 500 años del paso de Magallanes por nuestros territorios ancestrales, estos lugares ya eran recorridos miles de años antes por nuestros antiguos, Koshpij Yagan y Kawésqar taiwasèlok hojok.

Ellos tenían nombres para cada sector y cada espacio tiene una narración y cada lugar un nombre, muchos de esos nombres fueron borrados por la acción colonizadora y así mismo ya no están en la memoria.

1520, año que marca a fuego, como la de nuestras fogatas costeras fueguinas, el contacto e impacto con los denominados descubridores, el comienzo rudo y basto de este contacto con los dueños y verdaderos navegantes de estos mares patagónicos, nuestros pueblos naciones preexistentes.

La rudeza, pero a la vez bella forma de navegar a través de canales, fiordos y costas, empleadas por nuestros ancestros ha sido un continuo hace aproximadamente 6.000 a 7.000 años de navegación, eso sí, nosotros hoy empleando de otras maneras y desde otras actividades esta tradición milenaria, está demás decir y afirmar que es la única tradición marítima ancestral en estos puntos extremos del planeta, de gran significado e identidad de cada uno de nuestros pueblos.

Quienes debieran estar en lo más alto de las esculturas son los navegantes de las primeras naciones, los cazadores recolectores que recorrieron estas pampas, este territorio pisado por nuestros antepasados nos fue dejado en herencia, así como su gran conocimiento territorial y de navegación el que traspasaremos a nuestros hijos y nietos, así como los antiguos lo hicieran con nosotros y con nuestros padres, desde allí forjamos nuestra identidad cargando con un genocidio y etnocidio que aún no termina.

Los campamentos antiguos persisten en el territorio, allí están los rastros que dejaron, es así que resulta un insulto grave a nuestra memoria y a la de los que habitaron estos espacios, siendo desplazados de las maneras más viles y en los que en sus habitáculos antiguos osaron celebrar misas que nada tenían que ver con las creencias de los primeros navegantes canoeros.

Es así que hace muy poco tiempo se instaló una cruz señal de colonización, sin pensar en el daño que le provocó la Iglesia y las misiones salesianas a tantos miembros de los pueblos que fueron desplazados y desarraigados de sus territorios, de manera violenta e inhumana.

El pensamiento eurocentrista está presente en cada hito de la historia de la que hoy se llama Región de Magallanes, sin provocarles la mayor reflexión que debiera ser en cada espacio y en cada rincón identitario.

El día 20 de octubre, sin más ni más, se dirigen hacia la Bahía de Fortescue, el buque Escuela Esmeralda, barco que además fue transporte de tortura en tiempos de dictadura, junto al buque escuela de España Sebastián el Cano a celebrar una misa en un lugar que fue sitio ceremonial indígena y campamento antiguo, sitio de interacción entre Kawésqar y Yagan.

Existen más que las memorias de los antiguos de la habitabilidad de este territorio ancestral, algunos se encuentran en escritos y estos son ignorados frecuentemente, a modo de ejemplo ya en 1579 se ordenó la captura de antiguos selk’nam para que sirvieran de intérpretes, en 1829 aún persistían en sus campamentos antiguos al menos 80 indígenas, toldos y canoas que interactuaban en la hoy llamada Bahía de Fortescue.

El paso de Magallanes no es, si no, una hazaña europea, que no fue un descubrimiento, tampoco un encuentro de dos mundos, menos el descubrimiento de Chile, fue un barco perdido que además pasó presuroso, con el que comenzó el tiempo del fin de las culturas originarias que habitaron y que aún habitamos este territorio, pero que además no se debe olvidar que el propio Magallanes fue muerto por un indígena en Filipinas.

Este año partieron ancianos sabios al encuentro de sus ancestros, ellos se fueron sin poder volver a navegar libres por sus canales y fiordos, como lo dijera un anciano alguna vez, “esperamos poder llegar un día donde están nuestros antiguos y poder llevarles buenas noticias, que nos devolvieron nuestras playas y bahías”, allí terminará la oscuridad de nuestros pueblos.

La historia nos dice cuál es la importancia que este país le da a las primeras naciones, esperamos que en el futuro la reflexión sea 15.000 años atrás, cuando nuestros hermanos selk’nam y haush recorrían los espacios de la pampa de Tierra del Fuego, cuando los tehuelches eran los herederos de esta tierra que los vio nacer y cuando kawésqar y yagan surcaban los mares para subsistencia e intercambio y eran todos capaces de interactuar, porque así lo hicieron por miles de años”.