“No hay un día en que no me levante pensando en el auto de carrera”

RIO GRANDE.- El TC Fueguino es una de las categorías de mayor importancia en nuestra provincia y de mayor permanencia en el ambiente. La misma ha pasado por momentos muy buenos con una gran cantidad de participantes y por otros, no tan buenos.

En la actualidad, la categoría no está pasando por un buen momento, pero más allá de eso, el campeonato 2016 se definió en la última fecha y la definición fue entre cuatro candidatos que llegaron a Tolhuin con chances de quedarse con el número uno. Finalmente el campeón fue Gustavo Ghiglioni quien, en una apasionante definición, le ganó el mano a mano a Gastón Prokopiw.

Una vez consumado el título, el flamante campeón de la categoría dialogó con El Sureño y se mostró muy contento con el logro. “Sí, muy contento, pero se juntan muchas sensaciones porque, la verdad es que fueron muchas las cosas que pasaron en el año, fue mucho el trabajo que tuvimos que hacer en el auto, porque nosotros recuperamos un auto el año pasado que no estaba en las mejores condiciones y se apostó a hacer un auto casi nuevo, porque lo desarmamos completo, lo volvimos a armar, se le cambiaron cosas y el auto cuando lo pusimos de nuevo en pista, funcionó muy bien, pero bueno sabemos que tenemos rivales que son súper competitivos, por eso se complica mucho más, porque no es fácil ganar una carrera en el TC Fueguino y más con este sistema de penalización con bridas que tenemos en los autos porque una vez que vos cargas la brida sabés que es imposible ir a ganar”.

La definición del campeonato fue muy ajustada “nosotros tenemos un amigo, que es Claudio Carrera a quien denominamos el centro de cómputos, y él hacía 15 días que venía sacando cuentas y me fue con todas las opciones, si yo ganaba, si yo salía segundo, si yo salía tercero, como salía Gastón Prokopiw, como salía Fernando García, etc, etc, por suerte todas las opciones ya las teníamos y las conocíamos. Todo esto arrancó la fecha pasada, que nosotros veníamos tercero y terminando así nos veníamos primeros cómodos en el campeonato, pero faltando unas vueltas se rompió el rotor del auto y tuvimos que abandonar, quedando séptimos, lo que finalmente consideramos que no fue tan malo porque, al quedar séptimo, descargamos la brida y, en ese momento, de estar tristes pasamos a esta contentos y fuimos a la última fecha en Tolhuin ya con todas las ilusiones porque sabíamos que los únicos dos autos que nos podían hacer pelea, porque estaban sin brida eran Walter Mussatti y Guillermo Prokopiw”.
La carrera final y la definición

“Y con ese panorama se dio la final, se nos escapó la clasificación por 200 milésimas ante Mussatti, y es algo que nos hubiese gustado ganar el punto de la pole, pero no lo ganamos. En la serie, ganamos y sumamos muchos puntos importantes porque Fernando García terminó segundo, atrás mío y Gastón Prokopiw no sumó en la serie, entonces, ya la diferencia se achicó considerablemente y, lo que debía pasar, era que ellos me superen para tener posibilidades, mientras yo los tenga a ellos atrás, sabía que el campeonato era mío, entonces ahí es como que me sentí más relajado. Igualmente no hubo nervios, cuando un disfruta lo que hace, los nervios desaparecen, creo que pasa mucho por ahí”.

Además, el reconocido “Pájaro” destacó la importancia de la gente del taller, “Tengo la suerte de contar con el apoyo de un grupo muy grande que nos acompaña en el taller, tanto Gustavo Nava como Mario Sarena y todo el equipo tenían mucha confianza en mí y creo que eso es lo importante. Como chanza entre nosotros, entre los muchachos del taller yo les dije en la previa que iba a ganar la serie y la final, que yo salía a eso, y si no sucedía, bueno… mala suerte, pero ellos sabían que yo iba por eso. Y por suerte se nos dio, salió todo redondito y conseguimos el título. Yo no soy de ser nervioso por ahí en esos momentos es cuando más tenés que tener fresca la cabeza y por suerte todo salió bien. Eso sí, las últimas cuatro vueltas de la final fueron terribles. Terribles porque me empecé a quedar sin frenos, el auto empezó a perder rendimiento, la temperatura se iba por las nubes, y ahí ví que se me empieza a acercar Gastón Prokopiw y yo, en cada lugar que había que frenar, tenía que bombear cuatro o cinco veces el pedal, entonces la complicación estaba latente, pero cuando veo que entramos a la recta y él se va un poquito afuera respiré un poco y ahí dije listo ya está, aunque me faltaba una vuelta pero yo la había sacado media recta. Ahí me di cuenta que ya estaba”.

Los últimos metros fueron los más esperados para Ghiglioni. “Yo esperaba el cartel de “última vuelta” porque, ese cartel, me daba la tranquilidad de hacer la vuelta final tranquilo, porque un error lo cometés en cualquier momento y en cualquier lugar, una distracción o lo que se te ocurra, en ese momento podés perder el campeonato pero yo, en la última vuelta, ya estaba mentalizado de los lugares en donde tenía que frenar y cómo tenía que doblar, obviamente que lo hice más tranquilo, pero la seguridad que me dio el auto, porque el auto es súper competitivo, me dio la tranquilidad para poder llegar y en ese momento empezar a festejar”

El cruzar la línea de meta se juntan un montón de sensaciones y Gustavo Ghiglioni intentó explicar cuáles fueron las suyas. “Es un momento único, en donde empezás a valorar muchísimas cosas que, por ahí, durante el año no le das mucha importancia, los fines de semana que uno deja la familia en casa, por ahí mi familia ni es muy amante del automovilismo pero me permite que yo lo haga porque a mí me fascina el automovilismo. Y ahí te pasan imágenes mentales y aparecen tus hijos, mis viejos que estaban escuchando la carrera por Internet desde Lobos y eso es fantástico, son momentos donde uno se pone más contento por los demás que por uno. Yo llegué a los boxes y estaban todos, todos, los de mi equipo y la gente que nos aprecia esperando que yo baje del auto para saludar, la verdad que son cosas que valen mucho, no valen en plata, valen en afecto, en reconocimiento y yo todo esto siempre lo hice por el grupo, o sea, somos un verdadero equipo y no es que sale campeón Gustavo Ghiglioni, sale campeón el equipo de Gustavo Nava, el equipo de Mario Sarena y todos los que integramos el taller”.
¿Cómo fue tu inserción al automovilismo?

Bonaerense de nacimiento, hace 46 años, pero con una parte importante de su corazón en Río Grande, Ghiglioni cuenta cómo fueron sus inicios en el automovilismo y cómo fue que llegó a Río Grande. “Yo vengo de Lobos, (provincia de Buenos Aires), y nunca había tenido la posibilidad de subirme a un auto de carrera. Allá, cuando era chico, corríamos en un hipódromo que, cuando caía la policía, desaparecíamos todos. Pero mi viejo era quien me acompañaba mucho, y ahí fue como que adquirí el gustito, pero creo que uno lo lleva adentro a esto de la velocidad, de por ahí entender las cosas que hace un auto, porque eso es una parte muy difícil, de comprender qué es lo que necesita el auto y en qué momento”.

“Y a Río Grande llegué en el año 1994, el 3 de marzo para ser más preciso y, a la semana, estaba cebándole mates a Mario Sarena en un galponcito chiquito en donde tenía su auto con el que iba a debutar en el TC Fueguino, un Falcon. A los diez días salimos a probar el auto y, en ese entonces, se podía andar por la ruta y me llevó hasta el Cabo Domingo y yo quedé encantado, no me quería bajar, de acompañante obviamente. En esa época él ya tenía su acompañante y arrancó el campeonato, pero pasó un poquito tiempo que su acompañante se bajó y ahí me subo yo a acompañarlo a Mario y por esto es la amistad que hoy tengo con él, nos conocemos de hace muchísimo tiempo”.

“Y así fui metiéndome en el ambiente, pase de correr con Mario después fui a correr con Gastón Bronzovich, en alguna oportunidad corrí con Antonio Celentano, con Alberto Cabrera, con Jorge Tagle una vez que corrió el TC en Ushuaia, con Hugo Fayanás, y ahí llega el momento de comprar mi propio Falcon, que era un auto que tenía Moroco. No tenía buenos resultados, no terminaba ni una carrera, en todas rompía el motor, hasta que viene un día Gastón Bronzovich y me dice: `Flaco, yo te voy a hacer armar un buen motor, sacá todo las cosas y tráelas al taller de Lampa´. Dicho y hecho, me armó el motor y, en la primera carrera, fui y la gané, con la motorización de Lampa, con quien empecé una buena relación y logramos salir campeones en la temporada 2000-2001”.

Agregó que “después, por cosas de la vida, yo tuve que vender ese auto, después compré un Fiat Regatta, con ese corrí en la Clase 3 y después de muchos años me llama Gustavo Nava a su taller para que le corra su auto de la Clase 2 (una Lada Samara) porque él lo quería mostrar porque tenía intenciones de venderlo. El auto anduvo bien, fuimos competitivos, terminamos segundos y se vendió y yo otra vez me quedé abajo de un auto. Hasta que hace unos años atrás apareció Mario Sarena y me dijo `Flaco yo quiero que vos corras este auto´ y empezó esto de la Peña Coihue Sport y acá estamos, gracias a él que aporta, porque más allá de que yo tengo algunos amigos auspiciantes que aportan al auto, la mayor parte la pone Mario, y también Gustavo Nava que confía en mí porque tenemos una amistad”.
Su condición es innata

La capacidad conductiva de Gustavo Ghiglioni viene con él desde la cuna. Nunca nadie antes le enseñó a conducir un auto de carreras ni tampoco a conocer las exigencias del mismo, todo lo que tiene lo hizo mirando, observando y copiando de otros compañeros, sin embargo, una vez recibió una ayuda que fue de gran importancia.

“Una vez, cuando estaba en el taller de Lampa, él me dice que vamos a hacer unas pruebas a Tolhuin y que lo llamó a Lucas Marchisio. En ese momento Lucas estaba corriendo a nivel nacional, y había corrido la Copa Rosamonte en Buenos Aires, y estaba con muy buen ritmo, y Lampa me pregunta si me molesta que se suba Lucas para ver algunas cosas del auto, a lo que yo respondí instantáneamente que no, al contrario. Así que armamos una butaca improvisada y primero subió el acompañándome a mí, y Lucas me dice: `No, vos estás loco, vos vas a fondo en todos lados, te vas a matar corriendo así´, entonces cambiamos, se subió él y hacía otros radios de giro y, para mí iba despacio, pero los tiempos eran muy buenos. Entonces Lucas me dice `Ahora manejalo vos, porque es tu auto, son tus frenos, vos sabés cómo se mueve, pero hacé lo que yo hice´ y mejoré los tiempos muchísimo. Claro, ahí esta el tránsito de curva, el no arriesgar frenando, y un montón de cosas que me sirvieron muchísimo, porque yo, después eso, lo puse en práctica y sí, había una diferencia terrible con el resto y, obviamente, agradecido porque subí a una persona que me aclaró un montón de cosas que no sabía, porque uno piensa que maneja bien hasta que viene otro y te supera”.
Los próximos pasos del campeón

Sobre su futuro y los proyectos que tiene por delante para la nueva temporada que vendrá el año próximo, el “Pájaro” comentó: “El futuro me lo tomo día a día, con calma, pero te miento si te digo que no hay un día que no me levante pensando en algo para el auto de carrera, porque es la realidad eso está siempre en la cabeza de uno el auto de carrera, en qué se puede mejorar, en qué vamos a hacer el año que viene. Pero el proyecto para el año que viene es poner un auto más en pista, el auto ya está en el taller, le están haciendo la jaula a un Falcon nuevo, totalmente hecho acá, con todas las mejoras que aprendimos, la idea es hacerle lo que le fuimos haciendo al auto que corrí yo y traspasárselo a un casco nuevo. Este proyecto no va a ser para la primera fecha, pero yo creo que con algún auto voy a arrancar el año próximo”.

“Ser campeón, para mí es una cosa más, interiormente ser campeón es muy muy bueno, pero no me cambia la vida. Yo voy a seguir siendo exactamente igual de como fui siempre. Ser 1 o 14 en la vida es lo mismo, por ahí uno siempre quiere estar adelante, pero no me va a cambiar la forma de ser este campeonato que conseguimos”.

Ghiglioni y los trofeos de campeón conseguidos en la temporada.