Los herederos de Manu Ginóbili: el furor por Campazzo y por qué la NBA vuelve a fijarse en los jugadores argentinos

El cordobés sorprende en EE.UU por su alto nivel en Denver Nuggets, una franquicia con ambiciones. Acaba de llegar Deck, Vildoza está en la mira y Bolmaro aguarda su chance.

BUENOS AIRES (NA).- Tendencias en redes sociales. Búsquedas disparadas en Google. “Leandro Bolmaro”. “¿Cómo es el draft?”. “Facundo Campazzo”. “¿Dónde queda Denver?”. “Gabriel Deck”. “¿Qué es un doble-doble?”. “¿Qué significa contrato no garantizado?”. “¿Cómo juega Luca Vildoza?”.

Argentina en el top ten de países-mercado para la NBA, al menos a juzgar por la cantidad de suscriptores al League Pass, la plataforma para ver los partidos. Franquicias con guiños constantes en las RRSS. Relatores que castellanizan latiguillos.

Y todo eso, sin embargo: cotillón. Todo eso sucede porque un grupo de jugadores, en base a un talento que no pocos creyeron perdido, como si se tratara del Arca de la Alianza o el Santo Grial, y a un esfuerzo constante, se hicieron de abajo y llegaron (o están por llegar) a la principal escena basquetbolística del planeta.

Son los argentinos d.G. (después de Ginóbili). Los que volvieron a posicionar al país después de la salida de varios de los más grandes jugadores nacionales de la historia, Manu (ya convertido en leyenda) incluido.

Si Argentina sobrevivió y hoy recuperó a dos jugadores en la NBA y aguarda la próxima llegada de otros dos (más el potencial arribo de Florencia Chagas al campeonato femenino, la WNBA) mucho tuvieron que ver los icónicos Emanuel Ginóbili, Andrés Chapu Nocioni o Luis Scola.

Porque acompañaron el proceso, porque siguieron involucrados. Uno de ellos (el inoxidable capitán) es parte al día de hoy del grupo que tomó la posta y terminó siendo subcampeón mundial en 2019.

El resto lo hicieron los propios Campazzo, Deck, Bolmaro y por qué no Vildoza.

El primero de ellos, además de ser furor (desmedido, justificado, poco importa: el fanatismo no se explica), es cada noche un poco más respetado en la liga. Esos que lo miraban de reojo por sus 179 centímetros, por el desconocimiento, sin saber u obviando que en un Mundial se había cargado a Serbia y Francia, repletos de jugadores NBA, hoy se deshacen en elogios para el cordobés.

Era cuestión de paciencia y adaptación. También el destino le hizo un guiño al base: la lesión ligamentaria de Jamal Murray le abrió una puerta a la titularidad y no desentonó: viene de un lapso de tres partidos en que promedió 10 asistencias por noche y transformó su agresividad de cara al aro, generando una nueva preocupación en rivales y ampliando así su abanico de posibilidades para anotar o asistir.

Aquel Campazzo que arrancó jugando casi de escolta, recluido en las esquinas, cobra sentido a la distancia. Vale, para explicarlo, apelar a un ejemplo de lo que le sucedió a Gabriel Deck durante la semana que debió entrenarse solo mientras aguardaba superar el protocolo de Covid de la NBA.

El santiagueño sintió mucha mayor comodidad lanzando triples desde las esquinas, donde la distancia es similar al básquet FIBA, que tirando a 45° o de frente, donde es bastante más significativa (6,75 metros contra 7,24). Es entendible que Campazzo se ubicara en un sitio más “familiar”.

También aquellos primeros pasos le permitieron a Facu acostumbrarse a un juego sin pelota y conocer el estilo del equipo de forma un poco más “pasiva”, sin tener que conducir de entrada.

Al cabo, Michael Malone, el DT a quien los fanas “prendían fuego” en las redes, le seguía regalando elogios que parecían ir a contramano de lo que luego sucedía en la cancha, donde se lo acusaba de no confiar en el argentino.

La primera muestra de fe la dio cuando, al final del período de traspasos, contrató a Aaron Gordon y entregó a cambio a Gary Harris y R.J. Hampton, ambos perimetrales. La segunda, cuando luego de la lesión de Murray incorporó a Austin Rivers pero respetándole la titularidad a Campazzo.

Deck, en tanto, le cayó como anillo al dedo a Oklahoma City Thunder tanto económica como deportivamente: la franquicia le firmó un contrato que le permitió balancear los libros contables y le dará rodaje en los últimos 10 partidos de la liga en un equipo que se está reconstruyendo y busca jóvenes en los que basar un futuro promisorio: de acá a 2027, tienen 34 elecciones de draft (lo “normal”, si no hubiera negociaciones, sería que cada equipo tuviera dos por temporada, es decir que OKC debería tener 14).

Ese contexto, así como puede complicar desde lo anárquico que puede llegar a ser un equipo en el que cada pibe intenta mostrarse, le permitirá al santiagueño dos cosas: una, hacer exactamente eso, pero la otra, no menor, será ofrecer, en un marco donde se superpondrán las intenciones individuales, esa mirada altruista que lleva consigo y que apuntalaron los caciques de la Selección y que lo hará ver como un jugador de equipo listo para cumplir el rol que haga falta. Tal como hizo Campazzo.

En breve llegará Bolmaro, drafteado por los New York Knicks y traspasado a Minnesota Timberwolves. Y en los próximos días podría cerrarse el arribo de Vildoza, quien está en el ojo de los propios Knicks desde hace tiempo. Suceda ello o no, todo indica que tiene destino NBA más temprano que tarde.

Ambos son vistos como interesantes combo guards (jugadores que pueden ocupar cualquier rol en el perímetro). En el caso del marplatense, probó su total adaptabilidad para ser pieza fundamental desde el inicio en la posición de base (como en el Baskonia) así como relevo revulsivo como escolta (como en la Selección, en la que juega con el propio Campazzo y Nicolás Laprovittola de conductores).

En definitiva, si se concretan sus arribos para esta y/o la próxima temporada, y si se mantiene Deck (el contrato tiene opción de equipo para los próximos tres años), podría llegar a haber cuatro argentinos al mismo tiempo en EE.UU. En el mejor momento, con los jugadores más importantes de la historia, llegó a haber seis (2007/08). Después de Manu, no había quedado ninguno.

Quedó claro: el básquet argentino tiene vida, presente y futuro en la NBA.

Además de ser una de las ligas deportivas de mayor nivel en el mundo, la NBA es un entretenimiento, un show, un espectáculo. Y un negocio, claro.

En el área de las comunicaciones, las redes sociales se convirtieron en una punta de lanza. Y allí, lo que vale, son las interacciones. El fanatismo argentino, tan celebrado en todo el mundo por lo que se solía ver en los estadios en tiempos de pre pandemia, hace lo propio en las redes: inunda de patriotismo, retuits y “me gusta” cuanto posteo se haga con los representantes albicelestes.

Y las franquicias lo saben.

Por eso no sorprendió que, apenas llegado Campazzo a Denver, los Nuggets comenzaran a darle rienda suelta a una curiosa cantidad de material sobre un novato argentino del que poco se sabía. La diferencia era notable, incluso comparando publicaciones que tenían al cordobés como protagonista con aquellas que mostraban a Nikola Jokic, la gran figura del equipo.

Con Deck pasó lo mismo. Vaya un ejemplo reciente: el 29 de abril, día del debut, la cuenta de OKC tuiteó un video del serbio Aleksej Pokuševski anotando un doble. Sumó 2 retuits y 116 likes.

El tuit siguiente fue otro video, en este caso en cámara lenta, de la primera canasta de Deck en la NBA. ¿El resultado? 4.400 retuits y ¡25 mil me gusta!

De hecho, la franquicia “devolvió a la vida” la cuenta en español, que del 26 de febrero al 3 de abril había publicado apenas cinco tuits. El día del debut de Tortuga, en seis horas ya habían tuiteado cuatro veces. Y todas ellas, con muchísimas interacciones.

El fandom argentino a pleno, otra consecuencia del arribo de la mini legión a la NBA.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *