El esperado despertar de las familias

Por: Mg. María Cristina Gómez

María Cristina Gómez, docente de Historia, Formación Etica y Ciudadana, y Sociología.


RÍO GRANDE.- ¿Dónde estabas ese día en que las escuelas entraron en letargo? Esa fecha pasó a tener la relevancia de los hechos que nos conmueven y han cambiado el rumbo de la historia. No imaginábamos que sería el año de la peste y, que nuestras vidas y la de nuestros alumnos, entrarían en un cono de sombras con forma de pantalla. Y que quienes debían darnos respuestas, sólo atinaron a esperar que el tiempo resolviera el dilema de qué hacer con la escuela.

En ese contexto, debemos preguntarnos cuál es el rol del Estado en esta situación. En principio debería haber aportado los siguientes elementos básicos: conectividad, plataformas y equipos para la educación a distancia, una infraestructura edilicia y sanitaria, asistencia técnico-pedagógica para docentes y directivos, y resolver los problemas de recursos humanos en secundaria.

Sin embargo, el Estado no ha sido eficiente en atender ninguna de estas demandas, y la incertidumbre es el común denominador de esta ecuación, en la que los ánimos empiezan a calentarse grieta mediante y con el fogoneo de los gremios. Las provincias delegaron sus competencias en el Consejo Federal, que se muestra incapaz de tomar decisiones ejecutivas. Parece que nadie quiere hacerse cargo, porque siempre será mejor que el costo político deje fuera a los gobernadores.

Hoy estamos en los combates por la presencialidad. En ellos, los actores aparecen como en una película de los Tres Chiflados, entran y salen por infinitas puertas de un pasillo en el que todos corren con protocolos y el ministro nunca es encontrado. Entonces como en una comedia de enredos, se suceden las marchas y contramarchas de anuncios frustrados y personajes que compiten por ver quién se cuelga la medalla del retorno. La verdad es que no tiene ninguna gracia.

La inquietud por la presencialidad se plasmó en la investigación que desde la Red hicimos sobre las Aulas Burbuja con una encuesta nacional que mostró las necesidades de infraestructura que tienen las escuelas. Corría el mes de agosto, y pensar en volver tenía muy mala prensa. El segundo trimestre nos trajo el sabor amargo de la promoción mentirosa, que llamaron “asistida”, y que permitió que todos los alumnos repitentes se encontraran por arte de magia y pandemia en el curso siguiente.

La esquizofrenia del sistema primero dijo “prohibido evaluar” y con un argot pedagógico cada vez más creativo en neologismos, bajaron línea con la promoción asistida o acompañada. A partir de ese momento lo poco o mucho que hicieran los alumnos, desapareció gracias a las resoluciones del Consejo Federal que daban cuenta de que la promoción asistida continuaría y pondría alguna instancia de acreditación en el 2021. En otras palabras, “no hagas nada, total pasás igual”.

En un contexto de conflictos e internas en donde la mayoría de los actores políticos tienen más en cuenta intereses personales que las necesidades de los chicos, debemos alzar la voz quienes estamos en el ojo del huracán: las familias y la comunidad educativa. El Encuentro Nacional de Familias por la Educación es un encuentro online para que madres, padres, alumnos, docentes y referentes nos hagamos escuchar. Esta iniciativa de Argentinos por la Educación, que se realizará la semana del 26 de octubre, busca desarrollar una red de madres y padres a lo largo y ancho del país, identificar los principales problemas educativos y proponer posibles soluciones.

Si algo hemos aprendido en esta pandemia, es que no hay soluciones planas, uniformes y verticales. El dinamismo epidemiológico hace que necesitemos mapas locales donde podamos establecer zonas con diferente nivel de circulación, para poder determinar cuándo, cuántos y dónde podrán volver algunos, los más vulnerables. Y también quiénes estarán en condiciones de asistirlos, con idoneidad, en la escuela; que es sin duda el lugar más seguro para los niños de los barrios más vulnerables. Hoy debemos alzar la voz por los que más nos necesitan.

María Cristina Gómez está casada, tiene tres hijos. Es docente de Historia, Formación Etica y Ciudadana, y Sociología. Estudió hasta finalizar el secundario en Rosario. Luego se recibió en la UCA. Vivió 9 años en España. Actualmente se encuentra radicada en Santa Fe. Dicta clases en el Instituto Santa Margarita Nº8185 y en la Escuela Nº572 El Ceibo.